POPULISMOS. Posteamos el
texto pronunciado por Christine Alberti el 2 de julio 2017, en el Foro
organizado por el marco del 4 Congreso Europeo de Psicoanálisis PIPOL8 y
publicado en LQ 732. El Foro llevo por título “el ascenso del populismo en
Europa, ¿cuáles son las respuestas de los políticos, de los intelectuales, de
los psicoanalistas?
“No hay más que eso, el
lazo social”
de Christiane Alberti
La Escuela de la Causa
Freudiana se ha comprometido firmemente en un combate cuyo objetivo ha sido
obstaculizar la elección de Marine Le Pen en la reciente elección presidencial.
Se trataba, para los analistas, de intervenir en el debate público para
recordar las raíces históricas del Frente Nacional y sus actuales ataduras con
el fascismo y los neo-nazis.
Sin entrar en la
discusión de los programas y la política partidaria, se trata de un punto de
vista ético lo que nos ha conducido a extraer consecuencias, particularmente,
de la abstención y el voto en blanco. Se trata de un principio, diríamos, de
realismo superior, lo que nos ha guiado en cada etapa de esta campaña. Ello
consiste en ajustarse a las condiciones concretas, prácticas, de realización de
lo que se podía alcanzar, a pesar de todos los obstáculos que se presentaban.
(cf. La moral objetiva en Hegel (1)).
Nuestra responsabilidad
estaba comprometida, en cuanto que se trataba no solamente de apoyar a la
opinión informada, sino también en parte trabajar en constituirla.
Y es también por nuestra
condición de psicoanalista, que nos lleva a ir contra la represión, que hemos
tomado posición públicamente: ir contra la tendencia natural actual, que
descansa sobre el olvido del más sombrío pasado.
El populismo
La
cuestión del populismo ha sido central. Hemos descubierto el peligro que ello
representa bajo diferentes formas y hemos tenido en cuenta hasta qué punto
había penetrado en el espíritu de la gente. Tanto si se trata de la tendencia
surgida de la corriente propiamente anti-ilustración o bien la de la protesta
romántica tan querida en Francia.
En su trabajo sobre la
amenaza populista, Jan Werner Müller (2) nos propone volver a su fundamento
mismo: la confiscación ilegítima del pueblo, más esencial que la crítica de las
élites. Sus líderes afirman siempre ser los únicos representantes del
“verdadero pueblo” (“la gente verdadera”) o de la mayoría silenciosa. Ese
pueblo es de hecho desmoralizado y humillado. El populismo practica la
humillación permanente del pueblo a salvar. Es del resto como Lacan designaba
lo que fue el desastre moral de los años pardos: “la humillación de nuestro
tiempo bajo los enemigos del género humano (3).
Sobre todo: el monopolio
moral que los populistas reivindican engendra una doble exclusión, peligrosa
para la democracia. Primero, todos los otros partidos son ilegítimos y
corruptos. Segundo, es de la naturaleza misma del populismo practicar la
exclusión de una parte del pueblo, en definitiva siempre sospechada de no pertenecer
a la humanidad.
Otro modo de decirlo, la
guerra civil (el más grande de todos los males, según Pascal) está en el
horizonte de todo populismo que exacerba la pulsión de muerte bajo las formas
de la pulsión segregativa.
El Estado de derecho
Es esta perspectiva que
nos ha conducido notablemente, a oponer al populismo la referencia al Estado de
derecho. Es del derecho que el pueblo sostiene su definición, y su norma reside
bajo la forma de la ley. El Estado no es aquí asimilable al poder (la fuerza, la
violencia), sino al derecho, a la ley- obras humanas en movimiento sin cesar,
contrapeso a la vox populi-, si queremos considerar con Blandine Kriegel (4)
que el Estado moderno no procede del imperio romano- germánico sino de la
renovación republicana de las realezas del Renacimiento. Es una creación
permanente que no pertenece a nadie, pero a todos, una institución que no es
más allá, sino por y para los individuos. (traducción: Mirta Nakkache)
En todo caso es
pertinente interrogarse hoy sobre el Estado de derecho en un momento donde
vemos resurgir los cuestionamientos a la teoría de la representación y del
parlamentarismo así como también a los proyectos poco creíbles de los regímenes
constitucionales alternativos. Por lo demás esta crítica es antigua y acompañó
siempre a la teoría del Estado moderno.
El lazo entre los que
hablan
No se trata solo de
defender al Estado de derecho porque condiciona la práctica del psicoanálisis.
Esta referencia a lo político, al discurso del amo que se instaura por la emergencia
del Estado, revela también el alcance del discurso analítico cuando se quiere
hacer del psicoanálisis el campo de un ejercicio más extenso que el de la cura.
Quisiera decir en qué:
Es por la experiencia
del análisis que uno puede apostar a los recursos del discurso, que no es otra
cosa que el hacer “lazo entre los que hablan”. En el fondo la política, es el
lazo social. Y es nuestra arma frente a la pulsión de muerte: “Al fin de
cuentas, no hay más que eso, el lazo social” (5) subraya Lacan, siendo aquello
que concilia a los cuerpos mientras que el goce genera más bien segregación.
Es desde el discurso
psicoanalítico que se considera al lazo social, ya sea como envés de la
política o como envés de un ejercicio de dominación. La experiencia de un análisis
conduce a distanciarse de las identificaciones de masa (siempre segregativas)
para más bien considerar lo múltiple de las elecciones de deseo o de goce.
Siempre, sin segregar, el discurso analítico conduce a apostar al colectivo que
dé lugar a esta pluralidad: El Uno de la inclusión en lo múltiple y no el Uno
de la exclusión de lo múltiple. En ese sentido el psicoanálisis quiere
política.
¡Porque en la cura uno
llega a encontrar el punto en donde el Otro no existe! El punto donde los
recursos de lo simbólico se desvanecen. Una vez alcanzado ese punto, es en el
retorno al lazo social, en la relación con el Otro, que se efectiviza la
responsabilidad de inventar al Otro. A menos que se resuelva por el más estéril
de los cinismos, un análisis no se conduce desde el padre a lo peor, a esa
suerte de nihilismo presente en el populismo.
Esto les da a los
psicoanalistas una responsabilidad nueva en un contexto de disolución del lazo
social, de disolución de todos los cimientos fundantes de lo colectivo. Lo que
se torna “imbécil” en el populismo, es precisamente los significantes amo que
no hacen lazo, las conminaciones, los recortes del saber. Y la mira esta puesta
en el saber, punto crucial en un contexto donde nuestros políticos se fascinan
fácilmente por los S1, surgidos de la evaluación y el cientificismo.
Es en una práctica
política inventada paso a paso que el psicoanálisis será susceptible de
contribuir útilmente al ejercicio de un discurso menos “imbécil” (6), como
parece que Lacan lo llama entre los anhelos presentados en la conferencia de
Milán en 1972. Hay que darle todo su alcance a este aforismo de Lacan, hacer
del mismo una perspectiva. En cualquier caso, considerarlo seriamente.
Este texto fue
pronunciado el domingo 2 de Julio durante el Foro organizado en el marco del
4to Congreso Europeo de Psicoanálisis PIPOL8. El Foro llevó por título: El
ascenso del populismo en Europa: ¿cuáles son las respuestas de los políticos,
de los intelectuales, de los psicoanalistas?
Traducción: Catery Tato
1.- “El estado es la
realidad en acto de la idea moral objetiva” (Hegel, Principios de la Filosofía
del Derecho, 1821).
2.- Müller, J.-W, “Que
es el populismo, definir la amenaza”, Primer Paralelo, 2016. (Original en
inglés, editado en Ed. Penn Press 2016).
3.- Lacan, J.- Escritos,
Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 2014, p. 151.
4.- Kriegel. B, ¿Estado
de derecho o Imperio?, Bayard, 2002.- (se encuentra esta referencia en Google.
http://www.juragentium.org/books/es/kriegel.htm)
5.-Lacan, J., El
Seminario, XX, Aún, Paris, Ed. Seuil, 1975, p. 68.
6.- Lacan, J., “Del
discurso psicoanalítico”, Lacan en Italia,
En Italie Lacan,
1953-1978, La Salamandra, 1978, p.47 (misma referencia en los textos buscados).
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